¿Quién va a explicarnos el mundo de forma inteligible?, por José Antonio Bustelo

José Antonio Bustelo

La frase que reza como título, extraída de un artículo del pionero del periodismo científico Manuel Calvo Hernando, no puede expresar mejor la labor que han de desempeñar los divulgadores científicos. A pesar de mi cariño y admiración por la ciencia, no pasó por mi mente que podría llegar a incluirme entre ellos… hasta ese día.
Todo comenzó un mes de abril especialmente triste. Corría el año 2004 y nunca imaginé las circunstancias que me llevarían por la senda de la divulgación científica. Y mucho menos cuál sería el desencadenante… pero empecemos por el principio.
Hacía ya algún tiempo que mantenía correspondencia con un interlocutor inestimable. El profesor Miguel de Guzmán, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad Complutense de Madrid, siempre ha destacado por su cercanía y su humanidad, con la serenidad que da el camino recorrido y la ilusión por escudriñar el aún no explorado. Precisamente, con la intención de resumir su trayectoria de enseñanza, investigación y divulgación de las matemáticas, preparó un CD con valioso material al que puso como título “Pensamientos en torno al quehacer matemático”. El anuncio para la persona interesada rezaba como sigue:

Si quieres recibir el CD no tienes más que escribirme un mensaje manifestando tu seria intención de enviar una colaboración económica que te parezca adecuada a una ONG de tu elección entre cuyos objetivos figure el desarrollo educativo y cultural. Por supuesto no deseo que en tu mensaje concretes tu compromiso ni en cuantía ni en lo que se refiere a la ONG que elijas. Esto queda a tu entera libertad. Me gustaría que la copia del CD, si te parece que a alguien más le puede interesar, llevara aparejado un compromiso semejante.

Sirva este ejemplo como muestra de la excepcional generosidad de Miguel. Retornando a la fecha mencionada al principio, me extrañó no haber tenido noticias suyas desde hacía tiempo. Mientras realizaba una inocente búsqueda por Internet sobre artículos publicados por Miguel, aparecieron las palabras que me dejaron sin habla: “In memoriam”. Compañeros de facultad le rendían homenaje tras su inesperado fallecimiento el 14 de abril de 2004.
Con el impacto por su desaparición aún reciente, me dispuse a averiguar sobre qué tema estaba trabajando últimamente. Un extraño término aparecía de forma recurrente en sus más recientes trabajos: tensegridad. Miguel estaba estudiando las propiedades matemáticas de unas curiosas estructuras que surgieron en el ámbito de la arquitectura en la década de 1960. De inmediato tuve claro que tenía que profundizar en ese campo. Curiosamente, las propiedades de estas estructuras se extendían mucho más allá de la arquitectura o el arte. También se mostraban en el mundo celular, e incluso a nivel molecular.
A finales de agosto el manuscrito estaba listo, y como no podía ser de otra manera, dedicado al maestro que lo había inspirado. En noviembre, la Casa de las Ciencias de La Coruña me concedió el honor de galardonar el trabajo con el Premio Prisma a la Divulgación en su XVII edición.
Nunca imaginé tales circunstancias, y aunque siempre me fascinó la ciencia, no me había propuesto recorrer este camino por el que otras personas han sentido clara vocación. Actualmente, el deseo y el entusiasmo por comunicar ciencia al gran público me resultan ya irrenunciables, por lo que he ido un paso más lejos. La Escuela de Divulgación y Literatura Científica Creativa que dirijo es una apuesta por la fusión entre ciencia y letras en su más amplio sentido. Por una divulgación científica enriquecida con los recursos de la creación literaria, por descubrir lo que han de aportarle las humanidades, y por su reconocimiento como género literario por derecho propio.

José Antonio Bustelo es ingeniero agrónomo y director de la Escuela de Divulgación y Literatura Científica Creativa y autor del blog El pintor de las sombras.

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