Supongo que todo comenzó con una rubia de tres años de edad y una pregunta: “¿Por qué?” La curiosidad de mi hija fue fácil de satisfacer en primera instancia: ¿Por qué flotan los icebergs? Pero luego dio un salto evolutivo, y uno muy grande: me preguntó ¿cómo sabes eso? Ella no quería saber cómo me enteré sino cómo llegamos los seres humanos a ese conocimiento.
A partir de ese momento, su curiosidad se convirtió en anhelo y me obligó a investigar, a aprender, a escuchar. De alguna manera me envío de nuevo al principio: me empecé a hacer preguntas a mí mismo. Poco a poco dejé de coquetear con el periodismo de viajes y me casé con el periodismo científico. Me marché de Argentina, llegué a España y empecé a escribir para Quo. Eso fue hace siete años.
Ahora mi hija es una adolescente, pero la semilla de la curiosidad sigue ahí y me obliga a encontrar una respuesta a las preguntas que algún día, espero, me va a preguntar.
Tengo suerte. Yo vivo de hacer preguntas a las mentes o explicar nuestro mundo. Me gano la vida de la curiosidad y el aprendizaje. Y mi trabajo consiste en infectar a las personas con la misma necesidad de aprender, la misma voluntad de entender. Supongo que me inicié en el periodismo científico, por culpa de mi hija, pero todavía estoy aquí porque su curiosidad resultó ser contagiosa y quiero difundirlo.
Juan Scaliter es periodista científico de la revista Quo y autor del blog “La ciencibilidad“.
Hace como medio año mi hijo entró en mi cuarto de trabajo y me preguntó, Papá, ¿Qué son las estrellas de neutrones?
Pensé con nostalgia en aquellos tiempos felices en los que los hijos preguntaban de dónde vienen los niños, y otras cosas fáciles de responder. Por suerte contaba con el comodín de Stephen Hawkings, si no mi descrédito como padre hubiera sido enorme.
Pocas cosas hay más satisfactorias y emocionantes para un padre con cierta sensibilidad por el saber que un niño o niña curioso. Y en realidad, todos lo son, simplemente a unos -la mayoría- se les capa paulatinamente esta necesidad natural de saber y entender y otros tienen la fortuna compartida con sus progenitores de nacer en casas en que las preguntas se responden. Las cuestiones más complejas, no obstante, no suelen ser las más aparatosas. Mi hija (siete años, ahora), entiende y ve natural que las masas se atraigan y que a pesar de ello la tierra no caiga sobre el sol, entiende que a nuestros ojos no llegan objetos sino luz, sabe lo que es un quark pero… ¡no consigo hacerle interiorizar la tercera ley de Newton! Los niños con suerte, definitivamente, hacen padres con suerte.
Es verdad, es un privilegio cuando nuestros hijos nos preguntan cómo funciona el universo y porqué lo hace de este modo y no de otro.
Sarastro, respecto a tu hija y las leyes de Newton, quizás te sirvan las leyes de Zeroth: Debes jugar al juego (de la termodinamia).
Primera ley: Nunca podrás ganar.
Segunda ley: No podrás empatar.
Tercera ley: No puedes dejar el juego.
Hola, como están?
hoy he visto en televisión un reportaje sobre lo lógico de la ciencia. Desde que tengo uso de la comprensión he sido un curioso incansable y admiro a quien tiene mi mismo afán. Bueno me encantaría formar parte de un equipo que se dedica a dar a la gente las herramientas y métodos para entender lo lógico de la vida cotidiana y Así hacer una sociedad mas capas y desenvuelta que la sociedad en la que hoy vivimos.
Muchos saludos, Noel.
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